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Hacia la libertad plena
HACIA LA LIBERTAD PLENA
La organización Heritage Foundation de Washington, uno de los think tanks más influyentes de Estados Unidos, presenta anualmente su Índice de Libertad Económica, el cual se ha vuelto un referente global para medir la libertad de comercio, la sensatez de los impuestos al igual que las regulaciones y la calidad institucional en más de 180 países. El índice consiste de 12 indicadores sobre aspectos y variables como Estado de Derecho, tamaño del Estado, la eficiencia y eficacia de las instituciones legales y judiciales y los mercados abiertos. También evalúa la libertad individual en campos como el movimiento libre de personas, bienes y capital.
Según el último índice de Heritage, Colombia no va por buen rumbo en cuanto a la libertad económica. Entre 2018 y 2019, el país cayó siete lugares, pasando del puesto 42 al 49 en el escalafón. En la región americana, Colombia pasó del puesto sexto al octavo entre 32 países. El país empeoró su desempeño en una serie de variables incluyendo el respeto a la integridad del gobierno, la carga tributaria, la efectividad judicial, la libertad empresarial y de comercio y la sanidad fiscal.
Con su puntaje actual de 67.3 en el escalafón, Colombia continúa en la categoría de países “moderadamente libres”, pero es claro que la tendencia del país no es positiva.
Estos resultados son consecuencia de las constantes y excesivas reformas tributarias, cuyo único fin es aumentar las cargas fiscales reales para la mayoría de los contribuyentes (a pesar de los esfuerzos para reducirlas para algunos sectores en particular). Otro factor es el mal funcionamiento de la administración de la justicia. La mora judicial y la politización de ciertas decisiones judiciales menoscaban la libertad y las garantías para los ciudadanos.
Un logro del Centro de Innovación y Liderazgo ha sido posicionar en los medios de comunicación el asunto fundamental de la libertad económica (ver CIL en los medios); los miembros del establishment tecnocrático / académico generalmente prefieren dirigir el debate público hacia la “estabilidad macroeconómica” del país.
Nuestro ánimo no es promover la inestabilidad (aunque los beneficios económicos de la destrucción creativa son amplios), pero sí consideramos que es indispensable que tanto la sociedad civil como los generadores de políticas públicas caigan en cuenta de que sin libertad económica no hay posibilidades para el futuro desarrollo de Colombia. Esto implica reconocer la necesidad de:
- Reducir el tamaño y limitar el campo de acción del Estado.
- Tener una moneda más fuerte.
- Gozar de mayor libertad para comerciar con el mundo.
- Reducir las tasas tributarias y las normas excesivas para que éstas no asfixien al sector privado.
- Limitar el gasto público y exigir la eliminación de todo gasto improductivo.
- Darle una prioridad al respeto por los derechos de propiedad.
- Enfrentar a las mafias judiciales para tener una real transparencia jurídica.
Los resultados de un índice como el de Heritage demuestran un hecho fundamental: los países que han implementado políticas para promover activamente la libertad económica han prosperado inevitablemente. Por ende, las opciones ante el actual gobierno son sencillas: puede tener como meta acercarse a líderes en libertad económica como Hong Kong, Singapur, Nueva Zelanda y Suiza; o puede ir en el sentido contrario para que Colombia paulatina o rápidamente deje de ser “moderadamente libre”, acercándose al otro extremo, donde yacen ignominiosos Zimbabue, Cuba y Venezuela.
La postura del CIL es muy clara: la única opción es la primera. El único rumbo a contemplar es hacia la libertad plena y hacia la prosperidad general.