Temas de nuestro tiempo

  • Temas de nuestro tiempo



    Por: Teodoro Gómez G.
    Docente

    “El tiempo es la medida del movimiento según un antes y un después”.
    Tempus est numerus motus secundum prius et posterius.
    Aristóteles. (Fís.IV 11, 219b2-19). 11, 219b2-19).

    Hoy se habla de los milennials, la generación next hiperconectada a las redes sociales en las aldeas y en las metrópolis, milennials son nuestros alumnos que se forman en la Universidad, con los principios de la neurociencia multidisciplinar y metacognitiva que trata de los hemisferios (mediaesfera) del cerebro: hemisferio derecho, generador de emociones, de fantasías y arte, representado por la alondra que canta, y del hemisferio izquierdo, fuente de la lógica y las ciencias, representado por el búho vidente en medio de las sombras y del cerebro central surtidor de la energía y la praxis, representado por el tigre, hábil y fuerte. Así nos componemos los seres humanos que hemos de formarnos con el principio socrático: “Conócete a ti mismo y conocerás a los demás” (Nosce te ipsum).

    El conocimiento propio con inteligencia racional y emocional ( Daniel Goleman ) obedece más a las emociones que a las razones. Aquellas toman la iniciativa postmoderna, marcada por la incertidumbre y los caprichos, hoy más potentes que la inteligencia racional.

    Hay otras inteligencias, las múltiples ( Howard Gardner ), la inteligencia artificial y la inteligencia social o interpersonal, que tanta falta nos hace.

    Fruto de la inteligencia son la ciencia y la tecnología, traducidas en múltiples inventos para una vida más rápida, sencilla y eficaz, donde todo cambia, hasta el divino tesoro de la juventud (Rubén Darío), con nuevos ideales y esperanzas en medio del mundo de las máquinas y la cibernética.

    Múltiples son también los ideales y las esperanzas de la sociedad del conocimiento, cuyo norte desea una posible calidad de vida con salud, trabajo, seguridad y paz; estas humanas esperanzas han marcado la historia de las civilizaciones con alternancia de triunfos y calamidades, lo expresa con brillantez Ernesto Sábato: “La pobreza y la injusticia social deben ser abolidas...No se debería pasar de la calamidad del subdesarrollo a la calamidad de hiperdesarrollo... Mira la juventud norteamericana, una servidumbre peor que la de la miseria. No sé si es preferible el hambre o las drogas” (Ernesto Sábato. Abaddón el exterminador, pag.193). El hiperdesarrollo ha subido al altar de la idolatría y con él sus ídolos falsos y atrayentes, tema de discernimiento para despejar el camino de la vida.