Un reciente estudio titulado "Tu cerebro en ChatGPT: acumulación de deuda cognitiva al usar un asistente de IA para la tarea de redacción de ensayos", publicado en junio de 2025, plantea preocupaciones relevantes sobre el impacto cognitivo del uso frecuente de estas herramientas. La investigación, que incluyó técnicas como la electroencefalografía para medir la actividad cerebral durante la redacción asistida por IA, revela una disminución en el compromiso mental del usuario.
El estudio reveló que los participantes que utilizaron ChatGPT para redactar sus ensayos fueron, en su mayoría, incapaces de recordar una sola frase del texto pocos minutos después de haberlo escrito. Esta dificultad no se debió a una falta de atención, sino a un bajo nivel de involucramiento cognitivo. Según los resultados, el 83,3 % del grupo asistido por ChatGPT no logró citar correctamente su propio texto, en contraste con solo el 11,1 % en los grupos que utilizaron buscadores o escribieron sin herramientas externas. A nivel cerebral, este grupo también presentó la menor conectividad neural, especialmente en las bandas asociadas con la atención y la memoria, lo que evidencia una participación mental significativamente inferior durante la tarea. En cambio, los participantes que escribieron sin ayuda mostraron los niveles más altos de actividad cerebral, particularmente en las bandas alfa y beta, vinculadas a procesos de atención, memoria y toma de decisiones. Estos hallazgos no solo resultan reveladores, sino también inquietantes, pues sugieren que el uso excesivo de herramientas como ChatGPT podría estar afectando negativamente nuestras capacidades cognitivas más fundamentales.
También se menciona un fenómeno conocido como descarga cognitiva excesiva (cognitive offloading), en el que las personas trasladan sistemáticamente la responsabilidad de recordar, analizar o tomar decisiones a inteligencia artificial, aunque éste mecanismo puede parecer eficiente en el corto plazo, el estudio advierte que, cuando se convierte en un hábito sin estrategias complementarias que fortalezcan la retención, la comprensión o la autorreflexión, puede debilitar progresivamente nuestra autonomía intelectual. Este patrón de uso implica una constante reducción del esfuerzo mental, lo que contribuye a lo que los investigadores denominan carga cognitiva acumulativa, es decir, una pérdida lenta y progresiva de las habilidades mentales que usamos para concentrarnos, memorizar información o pensar con claridad. En este contexto, la inteligencia artificial deja de ser una simple ayuda y se convierte en un sustituto intelectual que, si se utiliza sin criterio propio, debilita progresivamente nuestras capacidades cognitivas.
Si bien, las herramientas de inteligencia artificial generativa han demostrado ser útiles en múltiples tareas, su uso en procesos de evaluación y aprendizaje profundo podría estar afectando habilidades fundamentales. El estudio mostró que, al utilizar ChatGPT, los estudiantes tienden a delegar funciones claves como la organización de ideas, la conexión entre conceptos y el esfuerzo argumentativo, lo cual tiene consecuencias directas sobre su capacidad para aprender, recordar y apropiarse del conocimiento.
Por otro lado, esto no significa que la solución sea abandonar el uso de la inteligencia artificial, el problema no está en la tecnología, sino en la forma en que la utilizamos. La IA puede ser una herramienta valiosa para estimular la creatividad, estructurar ideas, facilitar aprendizajes y democratizar el acceso al conocimiento. Pero como toda tecnología de gran potencial requiere una gran responsabilidad por lo tanto usarla sin realizar una reflexión critica puede conllevar a una cultura de pereza cognitiva.
Desde el ámbito educativo, este tema se vuelve urgente, ya que exige una actualización constante frente al avance tecnológico. Si no se promueve un uso crítico, ético y contextualizado de estas herramientas, corremos el riesgo de formar generaciones que generarán escritos sin comprender, es decir sin pensar de manera crítica. La inteligencia artificial debería servir para potenciar la inteligencia humana, no para reemplazarla. La investigación también plantea que los sistemas educativos y las instituciones deben comenzar a desarrollar protocolos, estrategias pedagógicas y marcos de alfabetización digital crítica. No se trata solo de saber "usar bien" ChatGPT, se trata de enseñar cuándo, por qué y con qué fines usarlo y sobre todo cuándo no hacerlo. Esta dimensión ética es vital, especialmente si pensamos en el impacto a largo plazo sobre la autonomía intelectual, la formación ciudadana y el pensamiento crítico.
Este estudio abre una puerta a la reflexión donde debemos preguntarnos cómo queremos que sea nuestra relación con la tecnología. ¿Queremos que nos potencie o que nos reemplace? ¿Queremos vivir conectados, pero desconectados de nuestra capacidad crítica? ¿Estamos enseñando a pensar con la IA o estamos enseñando a no pensar sin ella?
Para quienes quieran conocer en profundidad los hallazgos encontrados se recomienda la lectura del estudio completo, disponible aquí:

Artículo escrito por:
Luisa Fernanda Bobadilla Murcia (Técnica de Planeación)